UCLA y el Club de Roma
Por Roberto Peccei
Por más de 40 años, el Club de Roma se ha preocupado del problema de la sostenibilidad de nuestro planeta. La conclusión del famoso primer informe del Club de Roma Los Límites al Crecimiento, que el mundo estaba siguiendo un camino insostenible, fue anticipatoria y profética. Aunque Los Límites al Crecimiento causó mucho debate, después de unas rasgaras de interés inicial, el mensaje del Club de Roma fue, en gran medida, ignorado. Sólo ahora este mensaje está comenzando a readquirir la importancia que merece, pero hemos perdido mucho tiempo.
Hoy, muchas personas en el mundo entienden que siguiendo el camino en el cual estamos encaminados -lo que la gente llama “business as usual”- la humanidad tendrá que enfrentar enormes problemas ecológicos, sociales y económicos en el futuro. Sin embargo, en verdad, muy pocos entienden lo que hay que hacer y cuáles medidas se deben tomar para evitar esta situación. Es muy claro que comprender los problemas de la humanidad no es suficiente. Es necesario encontrar soluciones y tener la voluntad de querer implementarlas.
Vale la pena reflexionar sobre la razón por qué es tan difícil encontrar una solución al predicamento en el cuál la humanidad se encuentra hoy día. El Club de Roma, y otras organizaciones con ideas afines, han sido muy efectivos para aclarar las razones fundamentales por la que estamos en esta situación, que tienen sus raíces en el crecimiento de la población y en el consumo en un mundo finito. El Club de Roma, así como muchas otras organizaciones y personas, han sido también muy aptos en sugerir ideas prácticas para avanzar hacia la sostenibilidad a través de acciones específicas. De hecho, los dos más recientes informes del Club de Roma Factor 5: Transforming the Global Economy Through 80% Improvements in Resource Productivity por Ernst von Weizsaecker et al, y The Blue Economy por Gunter Pauli sugieren muchas formas prácticas para hacer el mundo más sostenible, basadas en aumentar la eficiencia y en depender más en el bio-mimetismo.
Pero, como ha señalado Ian Johnson, el Secretario General del Club de Roma, lo que ha faltado en la labor del Club de Roma y en la de los demás, es el desarrollo y la elaboración de los instrumentos jurídicos y sociales que ayudan a vincular la comprensión teórica del problema con acciones prácticas, el todo basado en un profundo análisis y debates de política amplia. Esto plantea la pregunta de por qué ha sido tan difícil diseñar estos instrumentos de implementación. En mi opinión, la razón es muy simple: no ha sido posible llevar al cabo esta labor analítica y normativa utilizando la teoría económica actual, porque el principio subyacente de esta teoría es el crecimiento económico. Si uno cree que la cuestión central hoy es que el crecimiento desenfrenado de la población y de la economía es insostenible en un mundo finito, uno debe entonces lógicamente elaborar instrumentos jurídicos y sociales que ofrecen soluciones al predicamento en que nos encontramos fuera de la teoría económica actual. Lo que necesitamos para progresar es una nueva teoría económica donde la sostenibilidad en lugar del crecimiento económico es el concepto clave. ¡No existe todavía tal teoría económica!
El mundo necesita un cambio de paradigma en la economía similar a lo que fue experimentado por la física a los albores del siglo pasado, cuando la mecánica cuántica y la relatividad especial y general fueron inventadas para entender nuevos fenómenos no explicables por la mecánica de Newton o la electrodinámica de Maxwell. Yo creo que la economía hoy está lista para un cambio de paradigma similar. La teoría económica moderna se basa en los principios enunciados por Adam Smith en su famoso libro del 1776 The Wealth of Nations. Aunque la economía ha evolucionado en los últimos 200 años, muchos de sus conceptos fundamentales derivan de ese tiempo. En esos días, al amanecer de la revolución industrial, la capacidad de producción era muy limitada. Para esa economía, donde el capital humano fue el principal impulsor, la producción de bienes manufacturados fue sinónimo de creación de riqueza. Entonces el estado-nación era la unidad básica, y uno de los principios de Smith era que la competición entre las naciones llevaba a ventajas económicas.
Vivimos ahora en un mundo muy diferente- un mundo donde los servicios en cambio de la fabricación representan la mayor parte de la actividad económica. Hoy la economía está tan globalizada que la noción de economías de estado nación ha perdido la mayor parte de su significado. Además, las transacciones financieras hoy, en lugar de ser el medio para la actividad económica, se han convertido en un fin en sí mismo. Dadas estas nuevas circunstancias, me parece obvio que sería importante y necesario reconsiderar la teoría económica actual.
Sin embargo, en contraste con lo que pasó en física hace un siglo, parece no haber ningún sentido de urgencia entre los economistas de hoy para crear una nueva teoría económica para reflejar mejor las realidades modernas. Hace un siglo, Einstein, Planck, Bohr y muchos otros jóvenes físicos, trabajando en relativa oscuridad, modificaron la física de Newton para incorporar fenómenos no explicados por la teoría clásica. Necesitamos urgentemente sus equivalentes en economía para forjar la nueva economía del futuro, donde el capital natural ya no es una externalidad y la sostenibilidad en lugar de crecimiento es el principio basilar.
Gus Speth, miembro del Club de Roma y hasta hace poco el decano de la escuela de ciencias forestales a Yale University, ha descrito bien qué características uno quiere que esta nueva economía tenga. Permítanme citar lo que el dijo en este respecto en la John H. Chaffee Memorial Lecture que presentó al Consejo por la Ciencia y el Medio Ambiente en Washington en el 2010.
"Nosotros debemos construir lo que yo llamaría una “economía de sustento” en la cual la primera y más importante prioridad es mantener buena custodia de las comunidades humanas y naturales. Debe ser una economía donde el objetivo es sostener la gente y el planeta, donde la justicia social y la cohesión son apreciadas, y donde las comunidades humanas, la naturaleza y la democracia florecen. Su consigna es el cuidado: hay que cuidar de otros, hay que cuidar el mundo natural, y hay que tener cuidado por el futuro”. No será fácil construir la nueva economía necesaria para un mundo sostenible. Uno debe estar preparado a pensar con audacia, indicando claramente cuáles son los objetivos buscados, y además estar listos para deshacernos de viejos conceptos. Quiero ilustrar brevemente a esto con un ejemplo, relacionado con la interconexión que hay entre el desempleo y el crecimiento económico. Una de las dificultades de imaginar una economía sin crecimiento es que, en teoría económica clásica, el desempleo se eleva si no hay ningún crecimiento económico. Esta conexión entre crecimiento y empleo es conocida como la ley de Okun, que lleva el nombre del economista estadounidense Arthur Okun quien hace 50 años notó una relación empírica entre el crecimiento de la Producción Industrial Bruta (PIB) y cambios en el desempleo. En efecto, hay una correlación negativa entre las tasas de desempleo y el crecimiento del PIB. En los Estados Unidos, por ejemplo, a menos que el PIB crece alrededor de (2-3) % / año, el taso de desempleo crece. Si no hay crecimiento del PIB, la tasa de desempleo sube 2%.
En la nueva economía, uno debe desvincular el desempleo del crecimiento. Esto es posible, pero requiere nuevas ideas radicales. Permítanme de nuevo citar lo que dice, en este respecto, otro miembro del Club de Roma, Orio Giarini. En un artículo que él escribió con otros recientemente, con el titulo The Wealth of Nations Revisited, hablando de la nueva economía estos autores dicen:
“Esto requiere la formulación de una nueva teoría, no sólo modificar conceptos imperantes. Pero, no hay ninguna razón por qué uno no puede formular una teoría de la economía basada en la premisa que todos los miembros de la sociedad tienen derecho a empleo, una teoría que no sólo reafirma el derecho sino también presenta y describe las estructuras y procesos necesarios para que esto se pueda lograr”
En otras palabras, en esta nueva economía uno debe en esforzarse de poner el bienestar de los seres humanos por delante de la producción de bienes y servicios. En principio, se puede lograr una tasa de empleo estable, también cuando no hay crecimiento económico, si es posible desvincular la tasa de desempleo de la tasa de crecimiento del PIB. Esto puede ocurrir si hay una transición a una economía diferente, donde hay más sectores con mayor intensidad de mano de obra, como han sugerido recientemente dos economistas británicos Tim Jackson y Peter Víctor. Esto puede pasar también (por lo meno en algunos sectores) el lo que Gunter Pauli llama la Blue Economy, donde uno hace productivos a través de bio-mimetismo flujos de residuos, creando nuevos empleos donde antes no había ninguno.
Una economía centrada en el empleo, en un mundo de poco o no crecimiento, necesariamente va a ser muy diferente de la actual economía basada en el mercado. Su escala de tiempo natural es la vida productiva de los seres humanos, en vez que la de los informes trimestrales que rigen las empresas modernas, para no hablar de las transacciones de milisegundos que ahora parecen dominar los mercados financieros. En esta escala de tiempo humano, acciones que incorporan el bienestar de las generaciones futuras y la preservación del medio ambiente son naturales.
En cualquier consideración del futuro, es muy importante entender claramente qué encuadre económico va a tener la sociedad. En mi opinión, si queremos aspirar de verdad a un mundo que sea sostenible, el pensamiento económico debe cambiar radicalmente. Consumo ya no puede ser más sinónimo con la riqueza. Consumo aumenta el bienestar actual a expensas del bienestar futuro. En cambio, la riqueza mide las reservas de capital natural y social que vamos a llevar para el futuro. Si planteamos la sociedad futura en un encuadre económico que pone los seres humanos y la naturaleza en primer lugar, esto conducirá a escenarios sostenibles para el mundo. La sostenibilidad y la nueva economía son conceptos complementarios y se refuerzan mutuamente.
Llevar al cabo las trasformaciones necesarias para implementar una estructura económica basada en la sostenibilidad y no sobre el crecimiento, es una tarea inmensa y muy difícil. En este sentido, es bueno notar que, si bien es deseable mover todo el planeta en esta dirección, no es realista pensar que esto va a suceder de repente y en la misma manera en diferentes regiones del mundo. Para mover a la humanidad hacia un futuro sostenible, es mucho más urgente frenar el crecimiento alimentado por el consumo en el mundo desarrollado que en los países en vía de desarrollo. Además, es mucho más probable que los cambios necesarios para mover el planeta hacia la sostenibilidad sean hechos primero en algunos países, o en algunas regiones, donde estas ideas encontrarán un terreno más fértil.
En mi opinión, en este sentido, Latinoamérica tiene un gran potencial de jugar un papel ejemplar, porque es una región que todavía no está totalmente amarrada a una economía de mercado basada en el consumismo como son en otras partes del mundo. ¿Se forjará la nueva economía primero en este continente? Yo no lo sé, pero espero vivamente que sí.
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