El pasado 23 de mayo celebramos un nuevo encuentro del Ciclo de Conversaciones Club de Roma donde tuvimos la oportunidad de dialogar con el Dr. Antonio Valero y la Dra. Alicia Valero Delgado, autores del libro "Thanatia. Los límites minerales del planeta".
Junto a ellos conversamos sobre la crisis ecosistémica sin precedentes que estamos atravesando desde la particular arista de los recursos minerales del planeta.
Durante el encuentro, Antonio y Alicia, compartieron de forma clara y elocuente las tesis que desarrollan en su libro y los datos que la sustentan.
Thanatia, como una distopía, describe un mundo donde ya no quedan minerales por extraer ni recursos por explotar. Es el panorama que se avecina si no cambiamos el rumbo. En los últimos años, hemos aumentado exponencialmente no sólo la cantidad, sino la variedad de materias primas que estamos usando. La creciente dependencia de reservas minerales es, como lo señalan, alarmante y, paradójicamente, la nueva economía verde no parecería plantear una solución.
En su libro, realizan una comparación entre la dependencia actual y esperada de recursos minerales de nuestra sociedad, tanto por la economía actual, dependiente de combustibles fósiles, como de la economía verde. Los resultados, como se ven, dejan planteada una disyuntiva importante.
La economía verde no sólo demanda más cantidad de materias primas para construir esas nuevas tecnologías, sino más variedad. Como señalan los autores, lo más preocupante es la gran variedad de minerales que intervienen en las energías descarbonizadas, fabricadas, además, en base a elementos especialmente escasos.
Nos invitan entonces a preguntarnos ¿hay suficientes materias primas para esa transición? ¿Es conveniente pasar de una dependencia energética, de combustibles fósiles, a una multidependencia de materias primas que son muy escasas donde la ausencia de un sólo elemento pueda arrojarnos al borde del colapso?
La gran variedad y cantidad demandada por las nuevas tecnologías superan las reservas de minerales actuales que no son suficientes para la demanda esperada, por lo que avanzamos necesariamente hacia cuellos de botella. Citan como ejemplo la comparación de un coche convencional y uno eléctrico: un coche eléctrico necesita 4 veces más de cobre que uno convencional y para poder cubrir esas nuevas necesidades precisaríamos descubrir el equivalente a la mina más grande del mundo.
El panorama, entonces, si bien plantea casi indiscutiblemente la necesidad de buscar nuevos yacimientos y aumentar las reservas, lo hace en un contexto donde los descubrimientos de nuevos yacimientos vienen disminuyendo y donde la concentración de las minas está mermando, existiendo un déficit de objetivos frente a la producción real.
Por eso, en su disertación, plantean que debemos encontrar nuevas formas de llevar la minería adelante y preguntarnos si desarrollo es equivalente a crecimiento y si ese desarrollo es equitativo.
Hoy Latinoamérica es uno de los grandes suministradores de estas materias primas, mientras que Europa es netamente importadora. Sin embargo, la compra de esas materias primas no incluye los costos que tiene su explotación para los ecosistemas y poblaciones locales.
En este punto, Antonio y Alicia, retoman el debate entre la economía y la termodinámica. Proponen la necesidad de una nueva economía que internalice los costos que la producción tiene para la Naturaleza y las comunidades, la degradación del ambiente, la pérdida de ecosistemas, el consumo de agua y de energía. Una economía que no sólo considere el dinero sino, principalmente, la irreversible degradación ambiental que conllevan nuestras acciones.
Para la termodinámica lo que se consume no se puede recuperar, en este sentido, no hay economía circular posible sino más bien una economía espiralada. En un mundo donde los recursos son finitos y limitados son las unidades de energía las que nos dan valores objetivos acerca de la destrucción del planeta y no las ganancias o pérdidas en términos económicos. Como destacan, el dinero se puede reimprimir y, en ese sentido, no es un buen indicador.
Para cerrar la charla, plantean la necesidad de un plan estratégico. Pero, si la economía verde, dependiente de minerales que son especialmente escasos, no es la salida, entonces ¿cuál es la solución? Para Antonio y Alicia la salida está en un nuevo humanismo. Hablar de una economía espiral donde recuperar los elementos pero, sobre todo, desmaterializarnos, volver a las raíces, a una vida más simple, donde compartir los recursos y poseer menos. Parecería ser que la salida es repensar qué entendemos por desarrollo y, por qué no, plantear nuevos paradigmas de decrecimiento.
Te invitamos a revivir el encuentro:
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