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Foto del escritorClub de Roma Argentina

Cambio climático, calentamiento global y olas de calor

Durante el 7 y el 12 de febrero, Argentina se posicionó como el lugar más caliente del mundo. Nuestro territorio volvió a experimentar temperaturas récords desde el norte patagónico hasta el centro y norte del país, que oscilaron entre los 32° y 44° C. El 12 de febrero la Ciudad de Buenos Aires tuvo el mayor registro de temperatura para febrero desde 1961, con 38,1 grados a las 16 horas. Mientras que, al sur, en General Pico, ciudad de La Pampa, el récord fue de 43°; al norte en Posadas, Misiones las temperaturas llegaron a los 42,3 grados.


Pero ¿qué es una ola de calor?


Una ola de calor se define como un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada zona.


Según un boletín oficial publicado por el Servicio Meteorológico Nacional, las olas de calor sufridas a mediados de noviembre y principios de diciembre del 2022, en el centro y norte de Argentina, también están directamente relacionadas con el cambio climático.


A finales del 2022, donde también se experimentaron temperaturas inusualmente altas en algunas provincias del país, que iban de 40°C a 45°C, teniendo en cuenta que aún en nuestro país nos encontrábamos en primavera. Las altas temperaturas registradas, no sólo en Argentina sino también en toda América del Sur, se han vuelto más frecuentes y severas en las últimas décadas.


Las personas de ciencia aseguran que el cambio climático y el calentamiento global hacen que un evento, como son las olas de calor registradas en nuestro país, sea aproximadamente 60 veces más probable que ocurra; además, cada 20 años el país adquiere 1,4°C más de temperatura, y un 5% más de posibilidades de que cada año haya olas de calor. Y consideran que, a menos que se reduzcan las emisiones de carbono, el cambio climático continuará favoreciendo la recurrencia de temperaturas récord a fines de la primavera y principios del verano, en una época del año en que las personas no están preparadas para lidiar con el calor extremo.


Aparte de la emisión de gases de carbono, existen otras causas que contribuyen al calentamiento global y de nuestro territorio. Según la ONU, Argentina se encuentra en emergencia forestal, estando entre los 10 países con mayor deforestación del mundo. Tal es así, que, en 2021, solo en el norte argentino se deforestaron más de 100.000 hectáreas. Esto es terriblemente alarmante, ya que los bosques son uno de los ecosistemas con mayor capacidad de absorción de carbono del planeta, junto con los humedales son biomas esenciales para contrarrestar la huella de carbono.


Las olas de calor representan una situación grave para la salud de los seres vivos, incluso, en muchas ocasiones hasta pueden causar la muerte o arruinar producciones enteras. Un ejemplo de esto, es el estrés que sufren las gallinas ponedoras por las altas temperaturas, siendo que estos ejemplares se sienten cómodos con temperaturas ambientes de hasta 32°C, y en caso de superarse dicha temperatura, puede afectar la producción de huevo, por lo que también afectar la seguridad alimentaria; muchos estudios recientes han demostrado que bacterias, como Salmonella y Campylobacter, son capaces de aprovechar las alteraciones neuroendocrinas debidas a la respuesta al estrés en el huésped, para promover el crecimiento y la patogenicidad. Por lo tanto, es de gran importancia ser consciente de que las tensiones ambientales, como el estrés por calor, pueden alterar potencialmente la interacción huésped-patógeno.


Para finalizar, las olas de calor, sobre todo aquellas de comienzo de temporadas son consideradas uno de los mayores peligros mortales de índole natural, para las personas. Especialmente en los sectores más vulnerables como son las familias de menores recursos, en situaciones de pobreza extrema y estructural, donde carecen de condiciones óptimas de saneamiento, como son el acceso al agua, cloacas o pozos ciegos en condiciones, capacidad de resguardo, y refrigeración, con una mala y escasa alimentación. Otros grupos poblacionales para los que puede resultar letal estas olas de calor de comienzo de temporadas son los menores de 5 años, sobre todo aquellos que presentan cormobilidades (enfermedades crónicas, obesidad, desnutrición extrema) y los adultos mayores de 65 años, siendo estos, los más propensos a sufrir golpes de calor.


Entonces, podemos decir que las decisiones que se tomen en las próximas 2 décadas serán cruciales para saber cuán caliente queremos que sea nuestro planeta.



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