El 26 de enero, Día de la Educación Ambiental, se conmemora la Declaración de Estocolmo de 1972, realizada en el marco de la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano, organizada por las Naciones Unidas. En la misma, se estableció la Educación Ambiental como una prioridad. Como resultado, tres años después se firmó un acuerdo entre países - la Carta de Belgrado: un marco general para la educación ambiental- donde se establecieron metas ambientales, y objetivos, metas y principios de su educación.
Desde la Fundación Club de Roma buscamos, además de generar programas, proyectos y acciones concretas, que todo encuentro sea ocasión para sensibilizar y concientizar sobre la importancia de preservar, proteger y regenerar el medio ambiente.
Como reza una conocida frase 'sólo se valora lo que se conoce': necesitamos (re) aprender acerca de la Naturaleza, como funciona, por qué es esencial para la Vida, cómo cuidarla y, sobretodo, conocer el impacto de las acciones humanas en el medio ambiente.
Es fundamental tomar conciencia - como lo viene denunciando la Ciencia - que la Naturaleza no es una fuente inagotable de recursos, sino un gran ecosistema cuyo desequilibrio pone en jaque hasta nuestra propia supervivencia.
Antes de la acción viene el conocimiento. Sin embargo, no todas las personas tienen acceso a una educación ambiental crítica que permita tomar consciencia de las causas de la crisis socioambiental para no sólo cambiar los propios hábitos, sino también reclamar a los gobiernos que tomen acción para garantizar los compromisos internacionales asumidos en esta materia.
Alineados con este propósito hace dos años impulsamos Conversaciones Club de Roma, un espacio para reflexionar de la mano de referentes críticos del ambientalismo mundial sobre la crisis ecosistémica.
Hoy te invitamos a celebrar el Día de la Educación Ambiental reviviendo uno de ellos donde nos sumergimos, de la mano de personas y organizaciones referentes en la temática, a dialogar y pensar sobre el pasado, presente y futuro de nuestro planeta.
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