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La UE está empañando su joya verde

Por Sandrine Dixson-Declève*


BRUSSELS (Reuters Breakingviews)- Cuando Ursula von der Leyen (presidente de la Comisión Europea) anunció el Acuerdo Verde de Europa en 2019, ella lo llamó “el momento de ‘el hombre en la luna’ de Europa”. Un componente clave de este programa revolucionario es lo que se llama “Taxonomía de la Unión Europea”, que usando la ciencia climática más reciente, busca definir inversiones verdaderamente ecológicas. Pero hoy, la presidente de la Comisión Europea está en grave peligro de permitir que esta importante herramienta se vuelva ineficaz.


Un borrador reciente del sistema de clasificación de actividades económicas sostenibles está creando alarma entre las instituciones financieras, los científicos, y la sociedad civil. Debajo de la inmensa presión de los lobistas de los combustibles fósiles, y una coalición improbable de los gobiernos nórdicos y centrales, y Este Europeo, la Comisión Europea ha salido de la toma de decisiones basadas en la ciencia para clasificar nuevas plantas de cogeneración de gas como inversiones ecológicas. Es un error grande, y un ejemplo claro de cómo el nuevo borrador se ha alejado de la ciencia.


Los nuevos criterios de gas son llamativos en sus faltas de coherencia. La Comisión muestra un compromiso aparente a criterios basados en la ciencia manteniendo razonablemente un umbral de emisiones de 100 gramos del dióxido de carbono por kilovatio-hora para la generación de electricidad y clasificando todas las actividades con emisiones mayores a 270 gramos del dióxido de carbono por kilovatio-hora como perjudicial para el ambiente. Estos son los umbrales sugeridos por la ciencia.


Sin embargo, luego contraviene esta misma regla mediante la introducción de una escapatoria para nuevas centrales de cogeneración de gas que reemplazan las plantas menos eficientes. Estas facilidades calificarán como sostenibles si simplemente cumplen con el umbral de 270 gramos. Esto no es solo lógicamente inconsistente: da un golpe fatal al liderazgo de la UE en lo relativo a la agenda ambiental.


Mientras puede sonar razonable reemplazar una planta de carbón con una instalación más limpia, la nueva propuesta no toma en consideración la urgencia de la transición necesaria en el sector energético. Europa necesita cerrar las plantas de carbón y reemplazarlas con alternativas renovables, bajas en carbono. Lejos de ser un puente de combustible, el nuevo gas nos encerrará en un futuro alto en carbono durante décadas, dificultando las habilidades de la UE para satisfacer los objetivos climáticos.


Este es el punto crucial. La UE preguntó a los expertos que desarrollaron los criterios de la clasificación una pregunta simple: para lograr los objetivos climáticos 2050 de la UE, ¿qué actividades económicas debemos apoyar? Nosotros respondimos inequívocamente que los combustibles fósiles no tienen futuro si Europa toma en serio su compromiso de reducir un 55% las emisiones de sus gases de efecto invernadero durante década, en comparación con los niveles de 1990.


En lugar de eso, nosotros planteamos que la UE debe enfocarse en las inversiones de transformación energética para mejorar la eficiencia de energía de los edificios, favorecer la instalación generalizada de bombas de calor, y financiar la calefacción solar. También afirmamos que los criterios de la clasificación sobre lo que se considera silvicultura sostenible debe ir más allá del cumplimiento mínimo existente y reflejar nuestros los objetivos de reducción de emisiones de 2030. Debido a que eso chocó con el imperativo político de ciertos estados miembros para conectar la ambición sobre la silvicultura a la legislación nacional existente, la UE simplemente ignoró a la ciencia.


La UE debe escuchar nuestras recomendaciones originales y quitar los combustibles fósiles de la clasificación. La actual propuesta retrasará el pedido de millones de ciudadanos europeos que se hicieron eco del simple reclamo de Greta Thunberg de que los líderes escuchen a la ciencia. También obligará a muchas organizaciones ambientales y científicas a exigir que miembros ambientalmente amigables del Parlamento Europeo junten fuerzas con esos que se oponen a toda regulación ambiental para invalidar la clasificación. Eso sería un revés tremendo para un Acuerdo Verde Europeo más amplio.


Finalmente, contradice el objetivo declarado de la UE de priorizar las energías renovables y la eficiencia energética, y crear serias dificultades para el Banco Europeo de Inversiones. El BEI se ha comprometido a aplicar una taxonomía basada en la ciencia y a eliminar todos los combustibles fósiles de su cartera crediticia a partir de este año.


Como el mayor importador mundial de gas natural, Europa es responsable indirectamente de una gran parte de las enormes fugas de metano vinculadas al proceso de producción de ese gas, que puede hacerlo tan contaminante como el carbón. Los europeos tienen una obligación de liderazgo para limpiar esas cadenas de suministro. Excluir al gas sucio de la clasificación tendría más impacto que electrizar todo transporte y, posiblemente, que cerrar todas de las plantas de carbón restantes en Europa: medidas que son esenciales para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de la UE para 2030.


Clasificando los combustibles fósiles como ecológicos, por el contrario, pondría en peligro esos objetivos y rompería la credibilidad de la neutralidad de la UE sobre el clima precisamente cuando la administración de Biden se está convirtiendo en un competidor nuevo para el liderazgo global. Por estas razones, el sistema no debe clasificar a los combustibles fósiles como ecológicos.


Por supuesto, si los estados miembros desean usar gas natural en su transición a la neutralidad climática, aún estarán perfectamente habilitados para hacerlo. Al igual que la etiqueta de Eficiencia Energética de la UE no previene la venta de menos refrigeradores eficientes, sino que simplemente evita que los fabricantes los llamen “verdes”, el sistema de clasificación simplemente explicaría si la inversión de un estado miembro está en línea o no con la ciencia climática. Cada estado miembro podrá escoger a escuchar a la ciencia o no.


A los líderes europeos, les digo esto: su elección entre los combustibles fósiles y el Acuerdo Verde definirá su legado. ¿Escogerán liderar al Mundo protegiendo el Acuerdo Verde Europeo a través de una taxonomía de la UE basada en la ciencia? ¿O Europa deberá afrontar las acusaciones de “pintarse de verde” durante la próxima década? La credibilidad de nuestro continente está en juego.


*Sobre la autora

Sandrine Dixson-Declève representa Climate-KIC como miembro de la Plataforma de Financiación Sostenible de la Comisión Europea y Grupo de Expertos Técnicos, que recomienda cómo debería funcionar la taxonomía de la Unión Europea. También es copresidenta del Club de Roma.


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