*Por Silvia Zimmermann del Castillo
Los acontecimientos dominantes en el mundo no solo nos asombran por la
inesperada reedición de situaciones que creíamos y anhelábamos
definitivamente enterradas en el pasado. Nos asombran y nos paralizan al
demostrarnos con crudeza que lo que está en crisis es el orden mundial
conocido y valorado como triunfo de la racionalidad y del progreso de la
humanidad.
En 1992, en un acto de exultación intelectual, el politólogo estadounidense
Francis Fukuyama publica su libro El fin de la Historia y el último hombre, en
cuyas páginas celebra el triunfo de Occidente, con el imperio de la actividad
económica libre y privada que alejaría por siempre a las sociedades de
revoluciones sangrientas y conflictos crueles. Proclama el triunfo de la
economía del libre mercado como panacea de la paz, de la democracia liberal
como único sistema político con algún tipo de dinamismo y de la
globalización del capital privado moviéndose con la mayor libertad jurídica
como motor de progreso y armonía. Concluye que la libertad, la igualdad y la
justicia quedarán por siempre instauradas y garantizadas bajo el gobierno del
pensamiento único: el de Occidente. Así las cosas, asevera de manera
axiomática que la historia ha llegado a su fin.
Fue Umberto Eco quien con refinada ironía confesó: “Dios ha muerto, el arte
ya no existe, la historia ha llegado a su fin, y yo personalmente no me siento
del todo bien”.
La guerra en Ucrania cuya proximidad a nosotros, occidentales, nos espanta y
amedrenta, al tiempo que nos distrae aún más de las otras guerras
igualmente cruentas y vigentes que mantenemos aletargadas en la
confortable somnolencia de la indiferencia y hasta del olvido - Etiopia, Mali,
República Democrática del Congo, Myanmar, Afganistán, Siria, por solo
nombrar a algunos de los 20 conflictos bélicos en curso - desangran día a día
sociedades enteras que solo anhelan vivir en paz. Las muertes que se
cuentan por miles cada año, la vida cotidiana de hombres, niños, mujeres
atrapados en escenarios dantescos, son los dolorosos síntomas de un mundo
que desde hace demasiado tiempo no se viene sintiendo del todo bien. Nos
confirman, además, que la historia continúa y que nos interpela.
Se suman a estas dolencias, la extemporánea pandemia que todavía encierra
a vastas franjas de la sociedad global y la situación de un planeta que
agoniza.
El Capítulo argentino del Club de Roma es un think tank nacional que suscribe
a los principios del Club de Roma Internacional. Este año 2022 se
conmemoran los 50 años del informe al Club de Roma “Los límites del
crecimiento”, cuya aparición en 1972 marca un hito trascendental en la
historia de la conciencia humana, al alertar sobre el colapso del planeta
provocado por la forma de entender las sociedades modernas el crecimiento
económico.
El Club de Roma tiene en claro el hecho de que toda problemática debe ser
abordada de forma sistémica e interdisciplinariamente para comprender con
claridad sus causas y encarar su solución.
Hoy, más que nunca, el Capítulo Argentino insiste en el abordaje sistémico de
todos los malestares que aquejan a la Naturaleza y a las sociedades del
mundo.
Es por eso que, ante la gravedad de lo que acontece en nuestro tiempo,
decide abrir un espacio de opinión desde el cual aportar al esclarecimiento
de la situación imperante y, de manera prospectiva, de los caminos que se
bifurcarán ciertamente a partir de esta crisis sin precedente que pone en el
banquillo de los acusados a la misma concepción irresponsable de un
pensamiento único.
Opiniones Club de Roma congrega a periodistas destacados, hombres y
mujeres del pensamiento, de la cultura y de las distintas disciplinas para
expresarse sobre los temas de la actualidad con libertad e independencia de
criterio, con solidez y coraje intelectual, con creatividad propositiva, y con el
solo deber de observar las consignas del respeto, la claridad argumentativa y
los fundamentos consistentes de sus aportes.
Con este espacio de Opiniones, el Capítulo Argentino del Club de Roma se
propone poner en valor la diversidad de pensamiento en contraposición a la
hegemonía ideológica, la confrontación respetuosa de ideas disimiles, la
libertad creadora, y el cuidado del lenguaje como ética de las formas.
La situación límite que enfrenta la civilización requiere de la contribución de
voces libres, independientes y valientes expresando con sinceridad ideas
preclaras que sirvan a la construcción de una era superadora de la actual.
*Silvia Zimmermann del Castillo es Presidente del Capítulo Argentino del Club de Roma.
Hola Silvia. Leí tu artículo sobre los idiomas inventados por escritores, y quería aportarte el dato de "La Naranja Mecánica". Saludos. OScar Samoilovich osamoilo@yahoo.com