Actualmente, vivimos en una sociedad regida por el sistema de mercado, en cuyas bases radican muchas de las causas de la crisis socioambiental global que estamos atravesando. Los seres humanos nos apropiamos, producimos, circulamos, transformamos, consumimos y desechamos productos, materiales y energía provenientes del mundo natural. La forma en que se da este proceso, conocido como metabolismo social, es determinado por la manera en que nos organizamos como sociedad, lo que a su vez establece la forma en que transformamos a la naturaleza.
El sistema socioeconómico vigente, fundamentado en la economía neoclásica, considera al circuito económico como un sistema continuo, cerrado y aislado del entorno, que puede generar crecimiento sin limitaciones y sin tener en cuenta esta transformación del mundo natural que provoca. Sin embargo, la actual degradación y contaminación ambiental ponen en jaque los fundamentos de este sistema.
Bajo este contexto, a fines de la década de 1980 surge la Economía Ecológica como una crítica hacia la economía convencional. Esta nueva disciplina estudia las problemáticas ambientales desde una visión sistémica, y describe así a la actividad económica como un subsistema abierto dentro del sistema ecológico. Entiende que esta no es una actividad que sólo hace uso de los recursos naturales de forma aislada, sino que justamente está centrada en la utilización de los ecosistemas, sus bienes y servicios.
Desde esta perspectiva, la economía es un sistema en el cual se da un flujo de energía y materiales que depende del ambiente y que a su vez produce residuos que retornan a este; por lo que se encuentra limitada por la capacidad que tiene la biosfera para sostener las actividades antrópicas, al mismo tiempo que garantiza la integridad y salud planetaria.
¿Cuáles son los aspectos claves de la Economía Ecológica?
Transdisciplinariedad:
Desde sus inicios, la economía ecológica plantea la necesidad de la articulación disciplinaria para lograr una mirada holística que permita abordar y estudiar las relaciones entre economía y ambiente. La especialización y parcelación del conocimiento, tendencia predominante de la ciencia contemporánea, resulta limitante en este sentido. Se deben tener en cuenta aspectos económicos, como así también sociales y ambientales, poniendo el foco en la sostenibilidad del ecosistema global, la equidad distributiva inter e intrageneracional, la ética, los procesos culturales, y en el mismo crecimiento económico.
Diálogo con otros saberes:
A su vez, también se reconoce la importancia de incorporar al proceso de toma de decisiones los saberes culturales que provienen de comunidades no institucionalizadas en lo académico, como lo son las comunidades ancestrales. En los últimos años, estos saberes han sido reconocidos y estudiados como una fuente de conocimiento que ayuda a comprender a los sistemas socioecológicos, y que brindan alternativas y soluciones para responder a los cambios que se dan en estos.
Límites biofísicos al crecimiento económico fundamentados en las leyes de la termodinámica:
Desde este enfoque sistémico de la economía y basándose en las leyes de la termodinámica, esta disciplina establece dos nociones fundamentales:
La imposibilidad de extraer de los ecosistemas más de lo que puede ser considerado como su rendimiento sostenible o renovable.
La imposibilidad de generar más residuos de los que puede tolerar la capacidad asimilatoria de los ecosistemas.
El principio precautorio:
Este principio plantea la necesidad de actuar con cautela ante la falta de conocimiento o certeza científica frente a la existencia de un peligro de daño grave y/o irreversible para la salud pública o el ambiente. Se debe reconocer la complejidad inherente a los sistemas socioecológicos y nuestro limitado conocimiento sobre ellos. Y por consiguiente, bajo este contexto de incertidumbre, reflexionar y debatir sobre las posibles consecuencias que distintos proyectos de desarrollo podrían ocasionar.
¿Qué propone la Economía Ecológica?
Una economía politizada, en la cual las decisiones sobre los límites biofísicos de la actividad económica estén basados en debates científico-políticos de carácter democrático.
Limitar el uso de los recursos renovables a un ritmo que no exceda el de su tasa de renovación. De igual modo, un uso de los recursos no renovables a un ritmo no superior al de su sustitución por recursos naturales.
Limitar la generación de residuos sólo a una cantidad en la que el ecosistema sea capaz de asimilarlos o reciclarlos.
El desarrollo y la incorporación de índices biofísicos para medir la sustentabilidad ecológica, en lugar de los actuales indicadores económicos. Las técnicas de valoración monetaria de los bienes y servicios ambientales son insuficientes, ya que muchas veces estos son inconmensurables, como es el caso de la salud o la vida misma. Frente a esto, uno de los instrumentos propuestos por la Economía Ecológica es la Evaluación Multicriterio, la cual consiste en la evaluación de una serie de criterios más allá de los estrictamente económicos.
Por último, y para continuar el proceso de reflexión sobre los aportes de la Economía Ecológica para pensar nuestro presente, les compartimos la invitación al Ciclo de Conversaciones Club de Roma, que dará inicio el próximo 23 de septiembre. En nuestro primer encuentro abordaremos, junto al Dr. Óscar Carpintero, la importancia de la economía ecológica para repensar el modelo de desarrollo, en el marco de la crisis ecosistémica y la cercanía de una nueva Conferencia de las Partes (COP 26) sobre Cambio Climático.
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