En conmemoración de dos grandes hitos históricos del movimiento ambiental, el pasado 20 de abril celebramos el primer encuentro del Ciclo de Conversaciones Club de Roma de este año.
A 50 años de la publicación de Los Límites del Crecimiento y de la celebración de la Conferencia de Estocolmo de 1972, reflexionamos sobre el porvenir del planeta y la humanidad junto a principales referentes de nuestro país: María Eugenia Di Paola (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), Manuel Jaramillo (Fundación Vida Silvestre), Natalia Machain (Greenpeace), Hernán Casañas (Asociación Aves Argentinas) y Gonzalo del Castillo (Fundación Club de Roma Argentina).
¿Cuál fue la relevancia de estos hitos? ¿Cómo influyeron en la situación internacional de aquel entonces y cómo siguen influyendo hoy? ¿Cuáles son los escenarios actuales? ¿qué debemos hacer para evitar las consecuencias de una crisis climática y ecosistémica desbocada? Todas estas fueron algunas de las cuestiones planteadas durante el encuentro, el cual permitió repensarnos y compartir ideas.
El año 1972 pasó a ser un punto de inflexión para el desarrollo de la humanidad. Como mencionó Natalia Machain, fue el momento en que “hemos tomado conciencia de nuestra capacidad autoimpuesta de autodestrucción”. Desde ese entonces, los autores de Los Límites del Crecimiento y la comunidad científica nos han advertido una y otra vez sobre las amenazas que podría traer aparejado el modelo de producción y consumo exponencial que rige nuestra sociedad.
Imagen 1. Escenario Business as usual (BAU) proyectado por los autores de Los Límites del crecimiento en 1972. Es el escenario que hoy en día más se corrobora al contrastarlo con los datos empíricos de la actualidad.
A su vez, este informe tuvo una gran influencia en lo que luego fue la Conferencia de Estocolmo. En esta se planteó, por primera vez a nivel global, la necesidad de atender al vínculo que tiene el ser humano con el ambiente. Como afirmó María Eugenia Di Paola, la Conferencia fue “un gran puntapié, que en ese momento fue muy audaz” ya que en ella se plantearon las pautas y principios necesarios para que se aborde la cuestión a nivel internacional, influyendo notablemente en lo que sucedería en los años posteriores. Ejemplo de ello son los numerosos acuerdos ambientales que se han logrado pactar entre los distintos países del mundo.
Lamentablemente, hoy sabemos que estos logros no han sido suficientes. Ya hemos pasado varios límites planetarios, y de seguir así, el futuro más probable será el de colapso (Imagen 1). Sin embargo, como concordaron los oradores, aún queda atisbos de esperanza. Hay posibilidades de reacomodar el sistema, pero para ello tenemos que tomar las riendas y animarnos a pensar distinto. Pensar en un sentido distinto, en una forma de habitar y vincularnos con la Tierra distinta. Y también, en un idea de desarrollo distinta, una que entienda, finalmente y como sostuvo Manuel Jaramillo, que “si no es sostenible, no es desarrollo”.
A lo largo del encuentro se enfatizó en el hecho de que la raíz de la crisis actual es principalmente cultural, ya que está arraigada a nuestros valores, creencias y costumbres modernas. Por lo que es indispensable pensar en un abordaje antropológico y cultural de la situación para encontrar soluciones. Hernán Casañas lo explicó de forma sencilla: “Hay una cuestión moral de por medio que rara vez ponemos sobre la mesa. [...] El sentir, el valorar es lo importante. Lo vivencial por sobre todo. La moral juega un rol fundamental en nuestras decisiones, la gran diferencia la vamos a hacer en tanto y en cuanto podamos llegar a las emociones de la gente por sobre todas las cosas, más que a lo racional.” Para lograr un verdadero cambio de nuestros hábitos, debemos pensar en la forma de conmover a la gente, no sólo de informarla. Ya los años anteriores nos demostraron que con la evidencia sola no alcanza.
En la conversación también se destacó el rol que tuvo la sociedad civil. ¿Cómo estaríamos hoy si no hubiese surgido el movimiento ambiental, desde la sociedad civil, cincuenta años atrás? Ese empuje fue uno de los principales motores para poner lo ambiental en agenda. Y sigue siéndolo. El involucramiento y la participación ciudadana es fundamental para conseguir que se lleven a cabo las acciones necesarias. En relación a esto, en esta ocasión María Eugenia nos presentó el proceso de diálogos nacionales que se está realizando rumbo a Estocolmo+50, una reunión internacional que se celebrará en junio de este año para conmemorar la Convención de 1972 y acelerar la implementación de los ODS.
El encuentro permitió el intercambio de ideas y visiones, y dejó un mensaje claro: es necesario un cambio profundo, urgente y sistémico. La ventana de oportunidad para generar los cambios, es cada vez más estrecha, pero siempre es posible actuar. Cuando generamos influencias e impactos reales, el cambio sucede. Surgen nuevos valores, y nuevas sociedades.
¡Te invitamos a revivir este encuentro y los anteriores del Ciclo de Conversaciones ingresando aquí!
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