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Crónica de un desastre anunciado

Como una película sobre el apocalipsis, nos sorprendemos con las imágenes que nos llegan desde Gancedo, provincia Chaco: una provincia en la que, según la plataforma de monitoreo de la deforestación a cargo de la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf), entre 2008 y 2020, se perdieron más de 376 mil hectáreas de bosque nativo. En su mayoría, en las áreas verdes - pero también en las amarillas y rojas - de la Ley de Bosques, donde la deforestación no está permitida.



¿Deberíamos sorprendernos? Lamentablemente no. Las tormentas de polvo se originan principalmente debido a la erosión del suelo causada por el viento y la falta de vegetación. Esto puede ocurrir en áreas desérticas o semiáridas donde la vegetación es escasa y el suelo es suelto, o en áreas donde la deforestación, la agricultura extensiva y la urbanización hayan erosionado el suelo.


La ciencia viene advirtiendo hace décadas sobre los impactos de las destructivas actividades humanas sobre los ecosistemas locales y regionales, y sobre el sistema climático en su conjunto.


La deforestación, la agricultura industrial y las tormentas de polvo están estrechamente relacionadas. La deforestación elimina la vegetación que ayuda a mantener el suelo en su lugar, lo que contribuye a la erosión del suelo y a la formación de tormentas de polvo y aumenta la vulnerabilidad de las áreas afectadas a las sequías y las lluvias intensas. Por su lado, la agricultura industrial, especialmente en áreas de tierras marginales, contribuye a la degradación del suelo debido a los monocultivos, el uso excesivo de agroquímicos, pesticidas y fertilizantes, y la falta de prácticas agrícolas sostenibles.


Lejos de ser un fenómeno misterioso, están directamente vinculadas al cambio climático. El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de las sequías, e intensifica los vientos, conduciendo a la degradación y erosión del suelo y a la formación de tormentas de polvo. Y, en un espiral que se retroalimenta negativamente, las tormentas de polvo también contribuyen al cambio climático, ya que las partículas finas de polvo presentes en las tormentas de arena pueden absorber y emitir radiación infrarroja, afectando al clima y la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre.


Pueden tener varios impactos en el ambiente, la vida silvestre, la agricultura, y la economía como en la salud humana.


Las partículas finas de polvo presentes en las tormentas de polvo pueden causar problemas respiratorios, como asma, bronquitis y enfisema; pueden matar animales y plantas, y también, pueden afectar la migración de las especies; pueden dañar los cultivos y reducir la producción agrícola; pueden dañar edificios, carreteras y líneas de energía eléctrica hasta tener un impacto negativo en la economía de una región, ya que pueden interrumpir la producción agrícola y la industria turística.


Entonces, ¿cómo pueden evitarse o mitigarse?


1. Conservar: la primera y más obvia de todas, es conservar los remanentes de bosques y montes nativos, y evitar seguir con la destrucción de los ecosistemas y vida vegetal que reducen el riesgo de estas tormentas. Cumplir las leyes existentes, y transformar radicalmente -con premios y castigos para los actores intervinientes- una matriz productiva que destruye ecosistémicos esenciales cuyos “servicios ecosistémicos” reducen, entre otras cosas, los riesgos de tormentas de polvo y otros eventos extremos.


2. Reforestar: plantar árboles y otra vegetación en áreas erosionadas, desérticas o semiáridas puede ayudar a evitar la erosión del suelo y reducir la formación de tormentas de polvo.


3. Agricultura sostenible: utilizar técnicas agrícolas sostenibles. La práctica de la agricultura orgánica y regenerativa, pueden ayudar a evitar la degradación del suelo y reducir la formación de estos fenómenos.


4. Controlar la urbanización: la planificación urbanística adecuada puede ayudar a evitar la degradación del suelo y reducir la formación de tormentas de polvo. Y, a sabiendas que estos fenómenos han llegado para quedarse e incrementarse, las medidas de adaptación deben ser centrales como por ejemplo:


5. Alerta temprana, monitoreo y predicción: los sistemas de alerta temprana, con monitoreo y predicción de estos fenómenos pueden ayudar a las autoridades y a la población a prepararse y tomar medidas preventivas.


6. Educación y concientización: educar a la población sobre las causas y los efectos de las tormentas de polvo, así como sobre las formas de mitigarlas, puede ayudar a reducir su impacto.


7. Construcción de barreras físicas: barreras físicas, como muros de contención y diques, pueden ayudar a proteger áreas vulnerables contra las tormentas de polvo.


Queda mucho por hacer, seamos parte de la solución.

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